No tendría ni 6 años cuando España estaba hundida en una época de guerras... De lo poco agradable que me queda de esa época es esta poesia que me enseñó mi padre... y pese a pasar más de medio siglo aun no se me ha ido de la cabeza...
Puso en el ‘58 nuestro Dios omnipotente un cometa ensangrentado del anochecer al poniente, con el color encendido los corazones se asustan, y fue desapareciendo y en el África se oculta.
Luego en el ‘59 fueron nuestros desatinos cuando fue declarada la guerra del marroquino.
En Ceuta amenaza el fuego y el general no admitía, sin dar un parte primero a nuestra reina querida, diciendo:
- “Mi soberana, aquí no tengo padrino, se ha puesto en contra nuestra, todo el reino marroquino, a vuestro permiso aguardo y en este caso que haré, defenderme hasta morir y cumplir con mi deber”.
Rompiendo la reina el pliego después que la saludaba, se encontró en el barbarismo una guerra declarada, dirigió su vista al cielo, y exclamó diciendo así:
- “Qué desgracia esta mía desde el día que nací; fui perseguida en mi infancia, y luego en mi edad florida, no quisiera haber nacido por no ser tan perseguida”.
Al día siguiente mandó reunir a sus generales y dio a conocer la guerra que contenía tantos males.
Salta el general O’Donnell:
- Si Dios me guarda el talento, por un hijo que me maten he de matar 400,
Salta el general Prim lleno de ira y enfurecido:
- No puedo tener sosiego hasta haberlos confundido.
Salta el general Serrano:
- A mí se me hace tarde, y si acaso no tardamos dirán que somos cobardes.
Desde que la reina vio tan lúcida gente sin poderse contener, sus ojos fueron dos fuentes. Puesta en cruz y de rodillas se puso a hacer oración, delante del rey del cielo y de la pura concepción:
- “¡Oh purísima doncella!” -- decían sus oraciones-- Da buen acierto a mis jefes y buenas disposiciones.
Por Málaga y Algeciras en principio han de embarcar, sin temerle a los rigores ni a las bravezas del mar.
- “¡Cristianos, Ya llegó el día!” -- decía Moli l'Abad – Que lucharas en la guerra y que alcanzaras la paz. Dime quien te ha protegido, quién ha sido tu escudero, que tanta suerte has tenido en un país extranjero.
Puse mi espíritu en Dios cuando salí de mi casa, si me viene defendiendo, María llena es de gracia.
- La reina del cielo y tierra, esa que tanto desprecias, que estás creyendo en Mahoma sin creer en la pureza.
* Moli l'Abad, le pregunta por su ejército:
- ¿Esos de los cordones amarillos?
- Husares de la Princesa, los poquitos que han dejado, que tus moros traicioneros bastante me han destrozado.
- ¿Y esos de las lanzas?
- Esos son los lanceros, que como los mande a cargar vas a probar el acero.
- ¿Y esos del sombrero atravesado?
- Esa es la guardia civil, tan mansos como los ves, tan bravos son enfadados.
- Cristiano, asustado estoy.
- Nada nos temas, ¿Acaso son mis soldados, bárbaros como los tuyos que se comen a bocados?
Luego en el ‘59 fueron nuestros desatinos cuando fue declarada la guerra del marroquino.
En Ceuta amenaza el fuego y el general no admitía, sin dar un parte primero a nuestra reina querida, diciendo:
- “Mi soberana, aquí no tengo padrino, se ha puesto en contra nuestra, todo el reino marroquino, a vuestro permiso aguardo y en este caso que haré, defenderme hasta morir y cumplir con mi deber”.
Rompiendo la reina el pliego después que la saludaba, se encontró en el barbarismo una guerra declarada, dirigió su vista al cielo, y exclamó diciendo así:
- “Qué desgracia esta mía desde el día que nací; fui perseguida en mi infancia, y luego en mi edad florida, no quisiera haber nacido por no ser tan perseguida”.
Al día siguiente mandó reunir a sus generales y dio a conocer la guerra que contenía tantos males.
Salta el general O’Donnell:
- Si Dios me guarda el talento, por un hijo que me maten he de matar 400,
Salta el general Prim lleno de ira y enfurecido:
- No puedo tener sosiego hasta haberlos confundido.
Salta el general Serrano:
- A mí se me hace tarde, y si acaso no tardamos dirán que somos cobardes.
Desde que la reina vio tan lúcida gente sin poderse contener, sus ojos fueron dos fuentes. Puesta en cruz y de rodillas se puso a hacer oración, delante del rey del cielo y de la pura concepción:
- “¡Oh purísima doncella!” -- decían sus oraciones-- Da buen acierto a mis jefes y buenas disposiciones.
Por Málaga y Algeciras en principio han de embarcar, sin temerle a los rigores ni a las bravezas del mar.
- “¡Cristianos, Ya llegó el día!” -- decía Moli l'Abad – Que lucharas en la guerra y que alcanzaras la paz. Dime quien te ha protegido, quién ha sido tu escudero, que tanta suerte has tenido en un país extranjero.
Puse mi espíritu en Dios cuando salí de mi casa, si me viene defendiendo, María llena es de gracia.
- La reina del cielo y tierra, esa que tanto desprecias, que estás creyendo en Mahoma sin creer en la pureza.
* Moli l'Abad, le pregunta por su ejército:
- ¿Esos de los cordones amarillos?
- Husares de la Princesa, los poquitos que han dejado, que tus moros traicioneros bastante me han destrozado.
- ¿Y esos de las lanzas?
- Esos son los lanceros, que como los mande a cargar vas a probar el acero.
- ¿Y esos del sombrero atravesado?
- Esa es la guardia civil, tan mansos como los ves, tan bravos son enfadados.
- Cristiano, asustado estoy.
- Nada nos temas, ¿Acaso son mis soldados, bárbaros como los tuyos que se comen a bocados?
Poesia que me recitaba mi Padre,
Sobre la guerra de África.
Balbina García Martínez.
Sobre la guerra de África.
Balbina García Martínez.
