lunes, 28 de julio de 2008

LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN

1.- Pecador si a mis dolores quieres tener devoción, yo te haré mucho favor y pondré mi intersección a favor de tus errores. Si en siete días cabales en mis dolores contemplar ganaras para tus males número de indulgencias ya plenarias ya parciales, no pienses que he de escudarlos, de paso tendré yo gusto si no puedes contemplarlos con sentimiento que es justo que me ayudes a pasarlos, contempla en el primer día el filo de aguda espada que traspasó el alma mía al oír declarar tan amarga profecía, presente mi hijo al templo como la ley lo mandaba, Simeón con gran contesto en sus brazos lo tomaba y estas palabras me dijo:
“Señora vuestro hijo amado, hermoso y que tanto estimas, lo verás preso, azotado y coronado de espinas, muriendo crucificado”.
Si contemplar el dolor tan amargo que sentí en tan triste anunciación, luego alcanzarás de mi la salvación y el perdón.


2.-En este segundo dolor para dar muerte a mi hijo mandó Herodes a degollar según dijo a los inocentes del mundo.
Un ángel del cielo vino y avisó a mi digno esposo que prendiéramos el camino que Herodes viene furioso con su ejército maligno. Con que agonía en mis brazos tomé a mi hijo, para Egipto nos fuimos, con breves pasos, yo y mi esposo conmigo con el corazón hecho pedazos. Sin dormir y sin descansar caminaba sin parar a cada instante volvía la vista por ver si acaso el tirano nos seguía.

Desmayada a cada paso son mortales agonías unos ladrones sin tasa nos salieron y el menor viendo lo que nos pasaba movido de compasión nos ofreció su posada, si haces como aquél ladrón, compadécete de mí en tan amarga ocasión que lo que yo haré por ti será alcanzarte el perdón.


3.- El tercer dolor: Tres días estuve perdido a mi bien, contempla mi agonía y allí llorabas también las crueles penas mías. Yo y José mi esposo amado con Jesús al templo fuimos los tres habiendo llegado, muy grande de gente había allí todos congregados, una función grande había y cuando hubo acabado yo del templo me salía y José con buen cuidado por otro lado venía, encontrándonos los dos le decía yo a José Dónde está el hijo de Dios, me dijo, yo no lo sé, pues juzgué que iba con vos, allí el corazón partido con unas angustias tan fuertes quedé como sin sentido llorando mi triste suerte de ver a Jesús perdido.

Tres días lo fui buscando con mis penas y tormentos, hasta que lo vi en el templo con los sabios discutiendo. Si a Jesús tienes perdido por mi culpa ven a mi cuando te halles afligido que cuando lo hagas así tendrás descanso cumplido.

Afligida madre mía, yo siento veros el penar y por si os puedo ayudar un Padre Nuestro y un Ave María os voy a rezar.


4.- El cuarto dolor fue cuando con la carga sin mesura vi a mi hijo caminando por la calle la amargura cada instante tropezando, siendo la sentencia dada vino Juan a mi retiro y dándome la embajada, di un tremendo suspiro y me quedé desmayada.

Con valor que me dio el cielo el Cielo y el dolor tan excesivo caminaba con anhelo a ver a Jesús querido afligido y sin consuelo, llegué a la calle cruel dónde me paré a escuchar las voces de aquel tropel que clamaban sin cesar todos blasfemando en él, las cornetas del pregón decían muera el malvado facineroso y ladrón y pague crucificado su infame predicación, rompí por entre las gentes, con mi hijo me abrazaba y le hablé interiormente con la garganta anudada por el dolor tan vehemente. Sin este amargo dolor imprime en tu memoria, ten seguro pecador que será para tu gloria prenda de inmenso valor.

Afligida madre mía …….


5.- El quinto dolor penoso es digno de contemplar cuando a mi hijo precioso lo vi yo crucificar en la cruz como alevoso, que se tendiese mandaron en la cruz y con paciencia hizo lo que ordenaron y con tirana insolencia pies y manos le clavaron, y luego aquellos sayones la santa cruz la volvieron y remacharon los clavos con que mis penas crecieron y luego aquellos sayones la santa cruz levantaron con blasfemias y blandones su Santo Cuerpo dejaron en medio de dos ladrones. Si este amargo dolor te detienes a pensar llorando mi triste suerte yo te prometo ayudar en el ansia de la muerte.

Afligida Madre Mía………………


6.- El sexto con tiernos lazos al hijo de mis entrañas difunto y hecho pedazos por tan malignas hazañas me lo ponen en los brazos, con ungüentos olorosos que prevenidos traían me ungieron unos varones piadosos que me asistían instante tan congojoso. Yo los estaba mirando de los pies a la cabeza mi dolor siempre avivando con una marga tristeza le decía suspirando,
Hijo mío muy amado quién te puso esas espinas te abrió ese costado vuestra manos divinas y vuestros pies taladrados, si este amargo dolor imprimes en tu memoria ten seguro pecador que será para tu gloria prenda de inmenso valor.


Afligida Madre Mía……


7.- El séptimo, o que dolor tan prodigio, o que pena sin igual encontrarme con mi hijo y no poderlo abrazar, los varones con quebranto me decían:
“Gran señora no os entreguéis al llanto que ya ha llegado la hora de su entierro Sacro-Santo, mitigar tanto tormento cese ya esa pena dura, dadnos el cuerpo sangriento para darle sepultura en un nuevo monumento"
, y yo aunque agradecía fineza tan amorosa dando a mi hijo decía:
“tomad esta prenda hermosa del imán que más quería”,
San Juan y la Magdalena me llevaron en los brazos, todos cargados de pena fuimos siguiendo los pasos donde el sepulcro se ordena, legamos al monumento donde con piedad honrosa pusieron el cuerpo dentro tapándolo con la losa, contempla mis sentimientos, triste está la virgen pura en aquel sepulcro mirando que jamás se vio criatura a su hijo contemplarlo, de dolor y de amargura, está triste y congojada, está llagada y herida, viendo muerto y sepultado al que era luz de su vida, y de todas estas siete espadas que pasó mi corazón si de ti son contempladas ganarás el galardón de la celestial morada.
Amén.


OFRECIMIENTO:

Señora por tus dolores que pasó tu corazón que libres al navegante con toda tripulación, al caminante en camino y a la mujer en su parto y de un desgraciado sino por tus dolores líbranos.
Amén.

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