jueves, 19 de julio de 2012

ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA:


Una mañana temprano, a la puerta me asomé y vi pasar a tres pelegrinos, Jesús, María y José. Le pregunté donde vais, dicen buscando posada, le dije pases ustedes les hospedaré en mi casa.
Pasaron los pelegrinos José su esposa y el niño, que en esta mi pobre casa serán muy bien recibidos.
El niño que está cogido en manos de sus padres clava los ojos en mí, parece que quiere hablarme. Niño, ¿qué quieres decirme con esos ojos abiertos?
Si quieres mi corazón aquí lo tienes dispuesto suspirando por el tuyo en amor siempre deshecho. Yo le pregunté al anciano de qué oficio dependía, de carpintero me dijo, pero ya no ejercía. Mi esposa borda muy bien y hace cosas muy bonitas y con la gracia del niño de nada se necesita. ¡Qué poquita ropa traen estos pobres pasajeros!, aunque yo para vestirlos no necesito dinero, para los pies de este niño tengo un lujoso calzado usando la caridad a los pobres desgraciados, con esta misma virtud haré una capa de abrigo al puro y casto José para que él nos libre del peligro, el delantal de su madre tiene que ser honesto y también le adornarán su castidad de alma y cuerpo. ¡Qué familia tan modesta!, modelo de la honradez según se explica este niño proceden de Nazaret. Pues si de Nazaret venimos recorriendo las aldeas y visitando las casas que con amor nos esperan, muchas veces nos cansamos por las montañas inhiestas pero encontramos descanso bajo las altas palmeras que con los brazos flexibles hasta el suelo se arquean y por la bondad de Dios abrigados nos deja. Benéficas palmeras dignas de ser adoradas pues defendisteis del frío a esta familia sagrada.
Pues yo no quiero ser menos y le pondré de cenar un plato muy abundante de pureza y humildad y con postres exquisitos para que siente mejor añadiré muy gustosa un buen rato de oración la ropa ya está cosida con la aguja del perdón el hilo que no se rompe de fuerte resignación. ¡Oh mis queridos viajeros! La ropa os quiero probar, no sea que alguna prenda me haya salido mal.
Pues nos viene de primera, os ha salido muy bien respondió con alegría el puro y casto José. Supuesto nos ha vestido pronto te lo pagaremos con la gracia en esta vida luego después en el cielo.
Yo te pido San José con humildad y con amor que a todos los de mi casa nos eches tu bendición, la casa que nos abriga bendecida quedará, el alma de sus difuntos del purgatorio saldrá. ¡Viva Jesús y María y su esposo San José, que son mis mejores amos y siempre les serviré!, pues si les sirvo siempre y cumplo con ellos bien, la gloria me darán por siempre jamás. Amén.

De María la de Parrica


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